Los nombres de los proyectos y organizaciones están muy bien, pero tienen un problema:
Son casillas que dividen a la sociedad.
Mientras que los grupos locales se dividen sólo para poder formar una pequeña unidad de tamaño correspondiente a los límites humanos, el nombre de una asociación y otras organizaciones es una demarcación y tarde o temprano conduce a una división en el pensamiento y luego también en la realidad. El nombre Helfa se toma sólo como ejemplo de ello, para tener un término pegadizo. Pero los propios grupos no tienen nada que ver con el nombre. Así que otras organizaciones pueden utilizar sus nombres y logotipos... siempre que nadie actúe en contra de las normas y principios básicos de ninguna manera.

En algún momento tenemos que huir de este encasillamiento, porque conduce a una falta de percepción de la realidad. Ponemos características a un grupo que definitivamente no se aplican a todos los miembros y así cometemos una injusticia con la gente. Con este pensamiento, facilitamos un "ad hominem", un argumento "no true Scotsman" a los demás, que sólo pretende explotar esta inexactitud para imponer la propia visión del mundo a los demás. Por ello, es importante que tarde o temprano abandonemos precisamente eso, o adoptemos cualquier nombre que sea de alguna manera apropiado.